miércoles, 15 de julio de 2015

Primal (I)

Hola, mis queridos lectores. Hoy me provocó colocar algo un tanto informativo. Me provocó publicar sobre cierto post que hice en una red social sobre la practica del Primal.
En mi concepción, se podría decir que "primal" es la practica de la D/s en un ámbito animalizado o de nivel casi totalmente instintivo.
A diferencia de en el D/s común, no hay un "Am@" y un "Sumis@", sino que existe el cazador y existe la presa, pudiendo además alternarse los roles o asumir un rol neutral. Como mencionaron anteriormente, hay gran cantidad de rasguños, mordidas, lamidas, besos, apretones, y si, sexo rudo, pero también está el sexo "romántico pasional", en el cual el acto como tal no es rudo, pero si muy instintivo, lleno de sonidos y demás.
En su práctica, las distintas fases van fuertemente de la mano con el nivel de excitación, y si bien las actividades de las mismas no son planificadas en un plano muy estricto (no existen protocolos en el primal), llevan cierto avance rítmico y determinado, por ejemplo:
- Fase de acercamiento, donde se expresa la atracción mutua: Primeros besos, las miradas que todos conocemos muy bien, olfatearse, las primeras caricias, etc. Hay formas de primal muy abiertas, desde donde cada uno se siente y sabe como un animal determinado, hasta aquellas donde la parte civilizada y la primal casi se confunden.
-Fase de reconocimiento, donde se marca el rol: se sabe porque cada uno empieza a tener actitudes más dominantes o sumisas. Un ejemplo es cual de los dos agarra al otro, lo somete o invade más su espacio personal. Hay veces en que en aquellos que son versátiles pueden extender esta fase, o mezclarla con las siguientes.
-Cacería, o la fase de motivación: Empiezan las mordidas, el cazador persigue y atrapa a la presa, apresándola (cabe destacar) de algún modo (contra una superficie, con cuerdas, con su cuerpo, etc), a la vez que la estimula, y bueno, la presa en principio (y dependiendo de cada quien) puede oponer la resistencia común, pero puede llegar un punto en que, si tienen roles determinados, se deje llevar, sabiéndose el "almuerzo".
-Alimentación o fase de consumación: Es la fase más obvia, donde se alcanza el objetivo final, en el cual el cazador "se come" a la presa. Tiende a ir de la mano con la mayor cantidad de sonidos y contacto, abundan especialmente las mordidas y rasguños, y puede durar tanto como el cazador y la presa aguanten.
-Final o fase de cierre: Tengo entendido que la situación se "normaliza", pareciendo relativamente vainilla posterior al acto carnal, pero en muchos casos, los participantes mantienen sus roles, propiciando cariños "instintivos" a su acompañante, como besos, lamidas, abrazos, etc.
Si saben más sobre el primal o hay algo más que deseen saber, no duden en escribirme. 
Mordidas y abrazos!♥

viernes, 29 de mayo de 2015

Placeres tortuosos. (II)

Esta es la continuación del post: http://picantechocolateyquizasvainilla.blogspot.com/2014/03/besos-de-amor-verdadero-i.html

Antes de notar lo que sucedía, de nuevo el contacto había cesado. Estaba allí, aún de pie, sin saber muy bien qué hacer, pero a la vez, sabiendo que lo que tenía que hacer era esperar órdenes. El silencio y la imposibilidad de ver la hacía mucho mas consciente de los demás detalles que la rodeaban: El dulce olor de las velas, la firme tensión de las cuerdas contra su piel, la dureza de la mordaza y la gran cantidad de saliva que estaba produciendo y controlando dificilmente... Sintió un poco de vergüenza al pensarlo: ¡se iba a babear! Al estar consciente de ello, no pudo evitar el movimiento involuntario de intentar poner un poco hacia atrás la cabeza y sorber, pero esto fue una mala jugada. El sonido de la succión le pareció irremediablemente embarazoso, y sintió un calor fuerte invadir sus mejillas, mientras la vergüenza se apoderaba de ella, y por instinto intentó moverse, olvidando por un segundo sus ataduras.

La situación sin embargo aún podía empeorar: La suave risa burlona, un tanto cruel y a la vez tan dulce invadió la habitación, su cerebro, sus sentidos, y tragó grueso al escucharla.

-¡Hahaha, Oh...! -Escuchó el taconeo de los pasos de su acompañante acercándose, y supo que estaba cerca, anhelando una vez mas su contacto- Shh, tranquila, no me molesta que seas una babieca... Te dejaría limpiarte, pero eso quitaría tiempo que prefiero usar observándote.

¡Su olor! ¡Sus palabras! ¡Su actitud! ¿Cómo no adorarla? ¿Cómo no detestarla? ¿Cómo no caer presa de tales encantos, aunque esos significasen una gran alerta de peligro? Jadeó un poco desesperada, tratando de asimilar sus palabras. ¿Se divertía en verla babear? Eso le sonaba extraño, pero no demasiado para lo que ya había aprendido de su compañera. ¿Quién se iba a imaginar que tal chiquilla de apariencia tan inocente tuviese una mente tan retorcida? ¿Quién podría afirmar, al ver su sonrisa de niña pequeña, que esa misma sonrisa era la firma de los más crueles y sexys tratos tortuosos de más de un individuo que había caído en sus manos? Pero a pesar de ello, esas torturas, esa crueldad y esa dulzura, toda ella era un dulce placer. El placer de disfrutar sin pensarlo. El placer de dejarse llevar. El placer de disfrutar de un ángel, un demonio y una mujer, bajo sus reglas, con ataduras físicas, pero bajo el consentimiento propio y sin ataduras mentales.

Las manos frías de su compañera rozaron su costado suavemente, delineando el paso de la cuerda, deslizándose lentamente en un roce que la hizo estremecer, hasta sentir la humedad invadir su entrepierna, y terminaron atrapando sus pezones entre sus dedos, mientras su dulce voz decía en un canturreo infantil.

-Que pechos mas bonitos tienes... ¿Sabrán igual de bien como se ven?... ¡Qué envidia sana te tengo! Si los míos fuesen así de grandes, usaría escotes a diario... -Sus halagos y sus palabras en ese tono cordial, desinteresado, infantil y común, como quien habla del clima, la desorientaban, y no se esperaba para entonces la siguiente sensación que la embargó.

Y es que por doloroso, vergonzoso, increíble o reprochable que fuere, aquella situación lo único que realmente presentaba, entre toda su inverosimilitud e impredecibilidad, era un placer inexplicablemente adictivo, del cual ella se estaba llenando y solo podía sentir más, querer más y pensar menos.

~CONTINUARÁ~